Descripción

Un sistema energético urbano sostenible necesita tecnologías con bajas emisiones de carbono en el lado de la oferta e infraestructuras de distribución eficientes, así como un menor consumo en el lado del usuario final que adopte técnicas de ahorro energético.

Cuanta menos energía se utilice, menos habrá que producir. El principal cambio debe venir de los usuarios finales: residentes, empresas e industrias. La tecnología también puede ayudar a optimizar el uso de la energía. Se puede ahorrar integrando sistemas eficientes de calefacción, refrigeración, aislamiento, iluminación y distribución de agua en los edificios nuevos o rehabilitados.

El uso de materiales de construcción reciclados, reutilizados o de bajo consumo energético también contribuye a mejorar el balance energético. Para reducir el uso de combustibles fósiles en el transporte, las ciudades deben desarrollar sistemas de transporte público atractivos, aumentar la proporción de transporte no motorizado y optimizar la entrega de mercancías. Los hábitos de consumo también tienen que cambiar, hay que animar a los residentes a utilizar más productos locales y a asumir la presunción, la producción de los propios alimentos.

Además, las ciudades deben establecer políticas y normas sólidas para desarrollar sistemas energéticos urbanos sostenibles y reducir el uso de tecnologías y prácticas insostenibles. Los gobiernos no sólo deben promulgar leyes que regulen el uso y el consumo de energía, sino también establecer medidas incentivadoras que fomenten la innovación y, sobre todo, la adopción de tecnologías más ecológicas y eficientes.